Cronología
Viales de los Vikingos hacia América del Norte
Las Fuentes
Hoy en día nadie, ya discute la presencia vikinga en América en algún momento anterior al año mil. La constatación de restos arqueológicos, como los de L’Anse aux Meadows, en la región canadiense de Terranova, revelan la presencia de un asentamiento en tierra firme americana al oeste de Groenlandia.
El manuscrito del siglo XV (entre 1.423 y 1.445), conocido como el “Historia Tartotum” (depositado en la actualidad en la biblioteca de la Universidad de norteamericana de Yale y por el que se dice que desembolsó 25 millones de dólares), descubierto en 1.957 –copia de un original del siglo XIII- dibuja un mapa en el que no solamente aparecen localizados los continentes conocidos antes de 1.492, sino también otros cuya existencia solo puede ser aceptada si se acepta la veracidad de las sagas nórdicas de “Los Groenlandeses” y la de “Erik el Rojo”. Aunque ambas sagas están escritas con posterioridad a los hechos que narran (hacia 1.200 y 1.260 respectivamente), los sucesos descritos parecen conservar de manera suficientemente verídica la memoria oral vikinga de de su presencia en Groenlandia y en una tierra al suroeste, a la que designan con el nombre de Vineland. Pero hubo que esperar hasta 1.960 para que las excavaciones, dirigidas por los arqueólogos Anne Stine y Helge Ingstad, en L’Anse aux Meadows confirmara la presencia vikinga en territorio continental.
"Historia Tartarum" (Universidad de Yale)
Groenlandia, Vinland y la Saga de los Groenlandeses
De ser cierto lo narrado en las sagas, los vikingos llegaron a Groenlandia hacia el año 982. En poco tiempo se consolidaron dos asentamientos estables que, en conjunto pudieron reunir entre tres mil a cinco mil individuos. Su vertiginoso crecimiento pudo influir en la necesidad de explorar nuevos áreas de expansión.
La Saga de los Groenlandeses narra la historia de Bjarni Herjolfsson, mercader noruego, al que la leyenda le atribuye ser el primer europeo en poner pie en el territorio de América del Norte.
Según la historia, en la primavera del año 986, tras llegar a Islandia, Herjolfsson pretendió reunirse con su padre que había seguido los pasos de Erik el Rojo (Erik Thorvaldsson, 950 – 1.003) en su exilio hacia Groenlandia, donde fundó la primera colonia. De nuevo en altamar y con rumbo al oeste como única referencia, la embarcación en la que viajaba se vio envuelta en un banco de niebla en el que un ligero viento del norte les empujó en dirección suroeste. Días después, cuando el tiempo aclaró, desde la nave podía divisarse una línea de costa que no podía ser la de ningún punto de Groenlandia. Dado que la intención de Herjolfsson era la de reunirse con su familia, decidió tomar rumbo norte, sin desembarcar en la misma.
Con posterioridad describió el paisaje como el de una tierra arbolada y de suaves colinas verdes. Tras dos días de viaje, de nuevo una línea de costa apareció a la vista. Esta vez el terreno era llano y con árboles, muy diferente al que esperaba de Groenlandia, con enormes glaciares. A pesar del poco viento y la proximidad a tierra, decidió nuevamente seguir viaje, ya que aun mantenía suficientes provisiones de agua, alimentos y madera.
Con viento sudoeste en popa, la travesía se prolongó tres días más, hasta topar de nuevo con tierra. Esta vez era un terreno montañoso en la que destacaba bien visible un glaciar. Herjolfsson se pensó cerca del final de su viaje, pero desechó por tercera vez descender a la playa. Pero en esta ocasión optó por costear en lugar de volver mar adentro. Así pudo comprobar que se trataba de una isla no muy grande y no territorio continental o Groenlandia. Con viento favorable, prosiguió su ruta, hasta que una tormenta le obligó a permanecer prácticamente varado.
Drakkar Vikingo
Hasta aquí los aspectos más verosímiles de la saga de los Groenladeses en lo referente a la llegada de los vikingos a Vineland, porque según continua la narración, cuatro días más tarde Bjarni Herjolfsson volvió a acercarse a la costa, que ahora si encajaba con el paisaje de Groenlandia, justo cuando las provisiones comenzaban a hacer acuciante su repostaje.. A punto de caer la noche, llegaron a una playa en la que había un barco varado que –por excelencias de la leyenda- resultó ser el de su padre Herjol, quien había fundado una pequeña colonia. Bjarni decidió quedarse en ella junto a sus compañeros de aventura.
Sea como fuere debió de ser el propio o uno de sus acompañantes el que contara su epopeya a Leif Eriksson (hijo de Erik el Rojo), cuyo nombre aparece en las sagas ancestrales como el verdadero colonizador de la nueva tierra descubierta al oeste, estableciendo un primer asentamiento al que llamó Leifbundir. Las propias sagas nos describen tres áreas diferentes y separadas:
- Helluland, “la tierra de las piedras planas y los arroyos”, que quizás se corresponda con la actual Isla de Baffin.
- Markand, una tierra cubierta de frondosos y altos árboles –posiblemente la costa Este de la Península del Labrador-.
- Vineland: “la tierra de los pastos” (y no “de las vides”, como erróneamente se ha traducido en muchas ocasiones).
De las tres colonias que Leif Eriksson intentó llevar a la práctica (Straumfjördr en el norte y Brinca en el sur), fue la localizada en el centro, la que tuvo cierta viabilidad. Pero, pese a las condiciones favorables del entorno, el asentamiento no pudo prospera más allá de unos años, quizás una década. Las escasas posibilidades de atraer a nuevas familias y el entorno hostil de los nativos locales, a quienes los vikingos llamaban “skraeling” (= “hombres feos”, en lengua arcaica noruega, y con la que también se denominaba a Inuits y Esquimales) –con mucha probabilidad de etnia algonquina- dieron al traste con las esperanzas de Leif Eriksson. Al parecer, desde el principio, las relaciones no fueron amigables. De hecho, según narran las sagas, ocho de los primero nueve nativos que se acercaron al asentamiento vikingo fueron muertos, aunque no se especifican las razones. El superviviente regresó con el apoyo de un considerable grupo de guerreros, estableciéndose una lucha en la que hubo víctimas por ambas partes, entre ellos Thorvald, el propio hermano de Leif.
Con el tiempo, pudo establecerse un cierto status quo que permitió un incipiente intercambio de bienes (leche y tejidos vikingos por pieles…), pero un incidente posterior –el intento de robo de un arma de hierro por parte de un indio y la muerte de éste- convenció a Leif de la imposibilidad de mantener una adecuada defensa de la colonia sin el refuerzo de las defensas ni la presencia de nuevos colonos.
Aun así, está constatado que hasta principios del siglo XIV expediciones vikingas continuaron viajando a las tierras del oeste (a América) para la tala de árboles de Markland y extracción de hierro, con los que aprovisionar sus poblados en Groenlandia. La sagas hablan de un último viaje en 1.347.
L’Anse aux Meadows
Coincidan o no el asentamiento encontrado en L’Anse aux Meadows (declarado ya Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO) con la legendaria primera colonia Leifbundir, los restos arqueológicos demuestras la existencia de un asentamiento estable vikingo en Terranova.
Las excavaciones realizadas hasta ahora revelan la presencia de ocho edificios –de ellos tres dormitorios con capacidad para albergas en torno a ochenta personas-. Entre esos edificios, uno estaba claramente dedicado a servir de carpintería y otro es una forja, similar a la de los poblados vikingos contemporáneos en el norte de Europa.
Reconstrucción digital del asentamiento de L'Anse aux Meadows
Sin embargo, todo indica que la colonia fue abandonada de modo pacífico o al menos no a causa de un acto intencionadamente violento o un ataque, a juzgar por los pocos restos arqueológicos encontrados (entre ellos, noventa y nueve clavos inutilizables, uno más en buenas condiciones y una aguja de coser). Parece, pues, que sus ocupantes tuvieron tiempo de recoger cuidadosamente sus pertenencias antes de despedirse del que fuera lugar durante algunos años.
Asentamiento de L'Anse aux Meadows (Terranova - Canadá)
Los misterios del descubrimiento de América por los vikingos por fin se desvelan a través de este completo documental canadiense de la productora SHE y dirigido por Mark Falard que demuestra a través de yacimientos arqueológicos que fueron los primeros en llegar al nuevo mundo, casi 500 años antes que Cristobal Colón.